Los símbolos del lavado

Hay dos tipos de personas, los que lavan, secan y planchan la ropa sin tener en cuenta esos extraños símbolos que hay en las etiquetas, y cada vez que lavan la ropa cruzan los dedos o se encomiendan a algún Santo para que no ocurra ninguna desgracia. Y luego están los que entienden que esas etiquetas no están ahí gratuitamente y las tienen en cuenta a la hora de hacer la colada e incluso a la hora de comprar la ropa.

Para ayudar mucho a los primeros y quizás algo a los segundos os traigo una guía y alguna recomendación.

Aquí una guía bastante completa:

Guía de símbolos de lavado

Yo me había encargado del lavado muchas veces cuando vivía aún en casa de mis padres, hablo de hace casi 25 años, pero reconozco que por aquel entonces más bien pertenecía a los del primer grupo. Cómo mucho, separaba por colores, pero sin tenerlo tampoco muy muy claro. Así que me encomendaba a Dios y a la Virgen para que protegieran mi ropa (y la de los míos) y no saliera todo encogido, desteñido, etc.

Cuando me fui de casa y tuve que enfrentarme a la lavadora a diario (y además me tocaba muchísimo más el bolsillo el hacer un estropicio) descubrí que los símbolos en las etiquetas de la ropa servían de algo. Así que en el armario que tengo encima de la lavadora pegué una guía de símbolos de lavado para poder consultarla frecuentemente. Y 25 años después sigue ahí, muy descolorida, y aunque ya apenas la consulto.

Si tienes algún sitio donde puedas ponerla, te recomiendo imprimir una guía de este estilo y plastificarla (con forro de libros adhesivo) y pegarla o colgarla cerca de tu zona de lavado.

Aunque parezca muy difícil, la verdad es que al final normalmente sólo hay 4 o 5 símbolos en las etiquetas. E incluso algunos son bastante intuitivos.

En primer lugar, el que tiene una cubeta con agua que hace referencia a si se puede lavar la prenda o no (cualquier símbolo tachado significa que eso no se puede hacer) y si se puede lavar a máquina o a mano y a qué temperatura (los números dentro). Si hay una o varias líneas debajo de la cubeta, hay que usar el programa delicado y centrifugar a bajas revoluciones.

El que tiene una plancha indica si la prenda se puede planchar o no, y los puntos dentro significan la temperatura. A menos puntos significan menor temperatura y más puntos significan que permite más calor.

El triángulo significa si se puede usar lejía u otros blanqueadores. Mi recomendación es que nunca uses lejía y si necesitas blanquear la ropa blanca, usa percarbonato.

La redonda dentro de un cuadrado hace referencia a la secadora: si se puede o no usar, y los puntos dentro funcionan como los de la plancha. A más puntos más calor permitido.

Hay otros símbolos menos frecuentes como la redonda, que hace referencia al lavado en seco (tintorería) y el cuadrado que se refiere al tendido. En la guía que os dejo está el detalle.

Y de propina algunas recomendaciones generales:

  • Separa la ropa por colores: claro, oscuro y medio. Yo incluso separo en blanco, claro, oscuro y medio. Y a veces si tengo bastante ropa en tonos azules o en la gama de los rojos, granates, etc. hago una lavadora sola de ese color/gama. Recuerdo que mi cuñada, cuando las niñas eran pequeñas, separaba la ropa rosa.
  • Excepto cuando solamente laves ropa blanca, pon siempre una o incluso dos toallitas antitransferencia.
  • La ropa blanca o clara, lávala a 30 grados o 40 máximo. Y la de color y oscura siempre en frío.
  • Lava separada la ropa no delicada (algodón y poliéster, etc.) de la ropa delicada como los jerseys de lana, vestidos, telas finas, etc. En la lavadora suele haber un programa específico para ropa delicada.
  • Plancha a temperatura alta solamente el algodón (si no lo tienes claro consulta la composición en la etiqueta).
  • No uses lejía ni cloro. Ni siquiera en ropa blanca. Usa percarbonato u oxígeno activo.
  • La secadora estropea mucho la ropa y la ropa delicada o de tejido sintético no la tolera bien tampoco. Si puedes no usarla, mejor. Y si tienes que hacerlo, chequea siempre que se puede usar secadora, vigila la temperatura y los tiempos de secado.
  • Utiliza los programas eco (si tu máquina lo tiene) y lava/seca/plancha en las horas del día cuando la electricidad es más económica.

Ahhh, y como recomendación final. Si eres de los que te cuesta prestar tanta atención a las etiquetas del lavado, cuando vayas a comprar ropa, en tejidos que veas delicados o especiales, revisa la etiqueta antes de pasar por caja. Y si no se puede lavar, o solo permite lavado a mano, o requiere un trato muy especial, te recomiendo no comprar. Así evitarás un disgusto posterior!

Tiempos de cambio… de nombre

Hoy que ha llegado el día de renombrarlo, os contaré cómo nació este blog.

Hace años trabajaba yo de manera presencial y full time en una agencia de medios de publicidad, parte de una gran multinacional. Y Fran también trabajaba fuera de casa (y de Barcelona) y se iba de sol a sol. Teníamos los 3 niños pequeños y para poder ‘conciliar’ teníamos una chica en casa que nos ayudaba con la casa y con los niños. Absurdo… contratábamos a una chica para que estuviese en casa de sol a sol para yo poder trabajar también de sol a sol y así poder pagarle su salario.

Un verano, en plenas vacaciones, se nos despidió la última chica que habíamos tenido en casa contratada a jornada completa de lunes a viernes (decidió volver a su país de un día para otro para no regresar). En ese momento decidimos que Jorge ya era mayor (a punto de cumplir 3 años) porque ya iba a ir al dcole con sus hermanos y que la logística sería más fácil y decidimos contratar a una chica solamente 3 tardes a la semana para que nos ayudara con la casa y con los niños.

Al cabo de un par de años ella también se fue (quería estudiar). Y entonces vino a vivir a casa una chica americana unos meses y ella recogía a los niños en el cole y estaba con ellos 2-3 horitas por la tarde hasta que nosotros llegábamos. Cuando se volvió a USA coincidió con la época en la que Fran se había puesto por su cuenta y podía organizarse la agenda, más o menos, y los niños eran algo más mayores y hacían extraescolares al salir de clase a las 17. Así que ya no contratamosg ninguna chica más, ni aupairs, ni nada, para ayudarnos con los niños. Y nos apañábamos, más o menos, entre los dos. Para la casa, recontratamos a Narci, la señora de toda la vida de casa de mi madre, una mañana a la semana.

Y la gente me preguntaba cómo conseguía organizarme, con el trabajo que me requería tanto tiempo, con los 3 niños, con las tutorías, con las reuniones de padres, con la organización de la casa, las lavadoras, los uniformes, con mi padre enfermo, etc. A lo que yo contestaba que conseguirlo no lo conseguía del todo, pero que intentarlo, lo intentaba con todo mi empeño.

Y así nació ‘Mi mamá lo intenta’, un lugar donde compartir mis trucos, tips, ideas y reflexiones sobre la difícil tarea de la conciliación.

Pero han pasado los años, y mis hijos ya no son niños. Ha llegado ese día en que cuando llegas a casa y tu hijo te ha hecho la comida, en que te vas a pasar el sábado a la Costa Brava con tu marido y no te preocupas de lo que van a comer o si vas a volver a la hora de cenar, que llega verano y os vais de vacaciones 9 días sin ellos. Y además la pandemia vino para demostrarnos que no hacía falta tanto presencialismo en la oficina para sacar el trabajo adelante, y yo tengo la suerte de estar ahora en una agencia independiente que me permite un horario flexible, teletrabajar cuando quiero o incluso trabajar en remoto desde la otra punta del globo.

Conseguirlo, lo de conciliar, no sé si lo conseguí, pero lo que sé es que ya no tengo que intentarlo. Por eso en este momento el nombre de ‘Mi mamá lo intenta’ ha perdido el sentido. Ha llegado el momento de renombrar este blog y a sus perfiles sociales…

Y poner nombres me cuesta, así que voy a necesitar vuestra ayuda. Gracias por seguir ahí!

Cuándo hay que quitar la decoración Navideña?

No hay un fecha exacta para ponerla, ni una fecha exacta para quitarla.

No hay unas fechas definidas para poner y quitar la decoración Navideña.

Yo suelo aprovechar el puente de la Purísima (o puente de la Constitución o de la Inmaculada, como le llaméis) para poner el pesebre y decorar el árbol de Navidad. Pero hay gente que suele ponerlo al empezar el Adviento y otros que apuran y lo ponen apenas unos días antes de Navidad.

En cuanto a quitarla, tampoco hay una regla escrita. Hay algunos que son como ‘ Billy el rápido’ y lo quitan nada más pasar la Navidad (yo siempre alucino cuando a partir del día 26 o 27 de diciembre empiezo ya a ver árboles en las zonas habilitadas para dejar los abetos naturales para reciclarlos). Mucha gente lo quita el día 7 de enero, una vez pasados los Reyes.

Muchos otros, aprovechando que “todos Los Santos tiene octava”, lo quitan entre el 6 y el 13 de enero, normalmente aprovechando el fin de semana. Esto de las octavas proviene de una herencia de la tradición Judía, que consiste en alargar una celebración durante siete días después de las Fiestas religiosas.

Y luego están los que como yo, apuran al máximo y consideran el fin de la Navidad coincidiendo con La Candelaria, el 2 de febrero. Y no es que seamos una vagos… es que mantenemos la tradición y la ilusión de la Navidad al máximo.

Y es que oficialmente, la época navideña no se da por terminada hasta el 2 de febrero, día en el que los católicos celebramos la Presentación del Jesús en el Templo y la Purificación de María. Es la fiesta de la Luz y las Candelas, y es por ello que en muchas casas mantemos la Navidad hasta ese día.

Fiestas confinadas

Pues al final no pude evitarlo y me cazó el virus unos días antes de Navidad. Además, estuve con mi hermano comiendo y tomando café esos días, y también se contagió. Así que este año hemos tenido una Nochebuena y una Navidad confinada.

Ahora visto con perspectiva no puedes evitar el pensar, “y si no hubiese tomado ese café”, o “si no hubiese ido en autobús”, o “y si hubiese rehusado ir a la comida de empresa”… Pues sí, igual no me hubiese contagiado, pero habría dejado de vivir.

Además van saliendo en la familia otros positivos que sí estuvieron en la comida navideña. Así que a lo mejor nos hubiésemos contagiado igual.

A pesar de todo, no ha sido tan malo pensamos al principio. Mi COVID y el de mi hermano han sido muy leves, sin apenas síntomas ni malestar. Mi madre, mis sobrinas y mi marido y mis hijos no se han contagiado. Así que dentro de lo malo, lo mejor. Nos lo hemos tomado con bastante buena actitud, pensando que celebraremos la Navidad en enero, febrero o cuando podamos.

Hemos hecho videoconferencias con la familia, y he aprovechado para leer, ver series y películas navideñas y he recuperado la guitarra. Mi hermano y yo hemos tocado juntos ‘What a wonderful world’ a través de FaceTime.

Para los que estáis contagiados o confinados, muchos ánimos y aconsejaros que no os amarguéis. Que la Navidad y estas fiestas son tiempo de compartir, de amar y estar en familia. Y eso puede (y debería) ser todos los días.

Si os encontráis bien, aprovechad para leer, ver contenidos interesantes y rescatad hobbies que tengáis aparcados.

Y si os encontráis mal, cuidaros mucho y descansad. Paracetamol cada 8 horas y para la tos un remedio de abuela (a mi amiga y compañera Tania le alivia bastante). Haced una infusión de tomillo, añadid el zumo de medio limón y dos cucharaditas de miel. No es milagroso, pero alivia un poco.

Ya celebraremos la Navidad cuando podamos, y a ver si el año que viene podemos recuperar las celebraciones familiares como las de antes de la pandemia!

Estoy de vuelta con trucos y recetas

Hace muchos meses que no publicaba nada. En estos últimos tiempos he tenido algo más de actividad en redes sociales. Principalmente publicando recetas rápidas y fáciles o trucos de limpieza. Os invito a seguirme en Instagram o Facebook para estar al día.

No obstante, he decidido retomar el blog. Así que iré compartiendo también por aquí los trucos y recetas.

Hoy os traigo una fórmula para limpiar zapatos de ante.

Ayer iba a ponerme unas botas de ante granate y estaban realmente sucias. Así que tuve que ponerme manos a la obra.

Primero de todo, las cepillé bien con un cepillo de cerdas.

Luego preparé una solución con 1/2 litro de agua caliente, dos cucharadas soperas de jabón de glicerina y media taza de café de vinagre y removí bien para que quedase todo bien integrado. La solución debería ser con amoniaco, pero como no tenía, lo cambié por el vinagre.

Lo apliqué por toda la bota con un cepillo de dientes. Luego lo dejé secar al aire.

En la foto podéis ver el resultado del antes y el después!

Escudella “barrejada”

Hoy he preparado escudella barrejada. La sopa típica de Cataluña.

En estos tiempos de frío, es súper reconfortante y deliciosa! Y muy fácil. Sólo requiere mucho tiempo y mucho amor.

Se hace el caldo con tres huesos de ternera (rodilla, espinazo…), 3 trozos de ternera generosos, una pechuga de pollo con el hueso y el ala, un hueso saladillo (esos huesos de cerdo blancos salados), butifarra blanca y pelota para el caldo, verduras (apio, puerro, zanahoria, nabo, chirivía, col y patata) y garbanzos. Añades agua y sal y a cocerlo todo a fuego lento (al mínimo para que hierva) durante mínimo 3 horas.

Luego preparas la sopa en una olla a parte con: el caldo, los garbanzos, patata y zanahoria cortada a cuadritos, añades la carne desmigada, la pelota a trocitos y la butifarra cortada. También algún trocito de col. Añades arroz y fideos y tras 20 minutos de cocción, listo!

Buenísima! Ya me contaréis!

Conciliar en tiempos de Covid-19

En mi caso llevo 3 meses teletrabajando desde un bonito rincón en el salón de mi casa, y mi marido muchos días también trabaja desde casa, concretamente desde otro rincón de trabajo en nuestra habitación.

Como mis hijos son adolescentes o pre, la conciliación ha sido bastante más fácil que aquell@s compañer@s que tienen niños pequeños y/o bebés. Pero aún y así ha habido alguna situación difícil. Y ayer hubo una de éstas.

Normalmente como ellos tienen videoclases y tareas a lo largo de la jornada escolar, coincide bastante con nuestra jornada laboral, así que no hay problema. Y si algún día nos alargamos en el trabajo, suele ser de manera más distendida, ya sin apenas llamadas, sin videoconferencias, etc.

Pero ayer tenía una videoconferencia por la tarde, a una hora que ellos normalmente ya han acabado con sus clases y tareas. Mientras estaba reunida, mi hijo pequeño se acercó con la tablet hacia mi sitio de trabajo. Le hice gestos para que entendiera que no podía atenderle y que mi reunión era importante. Pero él insistía cada vez más, y más, y yo no podía prestar atención correctamente a la reunión, así que acabé sucumbiendo y le puse la contraseña que necesitaba. Gracias a Dios, se trataba de compañeros de profesión con los tengo confianza. Pero aún y así…

Al acabar, estaba enfadada e iba a reñirle, pero reflexioné un momento. Como tiene TDAH, muchas veces actúa por su impulsividad, sin pensarlo, así que me di cuenta que debía hacerle reflexionar sobre ello. De hecho, me di cuenta que quizás nunca habíamos abordado la conversación sobre el teletrabajo en casa.

Por la noche, después de cenar fui a hablar con él y rápidamente entendió que no podía interrumpirnos en caso que tuviésemos una reunión importante, a no ser que fuese un motivo de vida o muerte. Que incluso nos podía crear un problema. Así que le pedí que escribiera una lista de motivos por los cuales se justificase interrumpirnos, y qué motivos debían esperar a que acabáramos la reunión. Y aquí va la lista que recibí por mail:

LISTA DE MOTIVOS PARA INTERRUMMPIR UNA REUNIÓN DE PAPÁ O MAMÁ:

  • SE ESTÁ QUEMANDO LA CASA
  • SE ESTÁ INUNDANDO LA CASA
  • ALGUIEN SE ESTÁ MURIENDO
  • ALGUIEN SE HA HECHO MUCHO DAÑO
  • SI LLEGA UNA CERTIFICACIÓN Y NO HAY NINÚN OTRO ADULTO EN EL HOGAR Y EL REPARTIDOR TE DICE QUE NO PUEDE VOLVER MÁS TARDE
  • SI LLAMA ALGÚN FAMILIAR (LA YAYA, LOS AVIS, ETC.) Y PIDEN QUE INTERRUMPA A PAPÁ O MAMÁ PORQUE ES UN TEMA DE VIDA O MUERTE
  • CUALQUIER OTRA COSA QUE SUPONGA UN PELIGRO VITAL

LISTA DE MOTIVOS POR LOS CUALES NUNCA HE DE INTERRUMPIR UNA REUNIÓN DE PAPÁ O MAMÁ:

  • PORQUE TENGO HAMBRE O SED
  • PORQUE HA ACABADO LA LAVADORA O LA SECADORA
  • PORQUE QUIERO JUGAR A ALGO
  • PORQUE NECESITO AYUDA PARA LOS DEBERES
  • PORQUE LLAMAN A LA PUERTA
  • PORQUE PETRA LADRA
  • PORQUE ME ABURRO
  • PORQUE NO ME VA EL ORDENADOR / LA WIFI / ETC.

EN CUALQUIERA DE ESTAS SITUACIONES, DEBO ESPERAR A QUE PAPÁ O MAMÁ HAYAN ACABADO LA VIDEOCONFERENCIA

Ahora la colgaremos a la vista en su zona de trabajo. Y además hemos hecho unos carteles. Uno para él que pone «VIDA O MUERTE» y que nos mostrará cuando estamos reunidos, sólo en caso de que se trate de un motivo de la lista (o algo parecido). Y otros para nosotros en los que pone «EN REUNIÓN» que pondremos de manera visible cada vez que estemos en una videoconferencia.

El teletrabajo ha venido para quedarse, y como lo ha hecho así, de sopetón y sin avisar quizás nos había dado tiempo a hablar sobre ello con los niños. Pero ¡nunca es tarde!

Tarta de Números (o Tarta de Letras)

Ayer fue nuestro 20º aniversario de bodas y para celebrarlo decidí hacer una tarta de números. La verdad es que quedó buenísima, así que os traigo la receta. El tema es que no fui capaz de encontrar masa de hojaldre hecha y la preparé en casa. Cuando se puedan encontrar, mucho más fácil usar masa de hojaldre preparada. Mientras… aquí tenéis la receta que yo hice. ¡Espero que os guste!

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INGREDIENTES:

  • 200 gramos de mantequilla
  • 200 gramos de harina
  • 90 gramos de agua
  • 5 gramos de sal
  • 100 g de Leche condensada
  • 335 ml de agua
  • 30 g de harina de maíz
  • 2 yemas de huevo
  • 1 ramita de canela
  • 2 ó 3 cucharadas de azúcar glas
  • La piel de medio limón
  • Decoración: frutos del bosque (fruta fresca)

PREPARACIÓN:

Colocar en el vaso del procesador o robot de cocina la harina junto con la mantequilla, el agua y la sal y utilizar una velocidad media para integrar todos los ingredientes (Mycook: velocidad 6 – 30 segundos).

Una vez mezclado, formar una bola con la masa y envolverla completamente en papel film y refrigerar durante 1 hora. Al pasar el tiempo recomendado, sacar la masa del refrigerador y con la ayuda de un rodillo estirar la masa sobre la mesa de trabajo previamente espolvoreada con harina la superficie, estirar la masa formando un rectángulo de 1 centímetro de grosor. El rectángulo formado con la masa se debe doblar en 3 partes, doblando primero un tercio, luego superponiendo el resto de la masa sobre el doblado, girar y volver a doblar, hasta que la forma del mismo sea similar a un libro. Repetir de nuevo, estirar con el rodillo hasta formar un rectángulo de 1 centímetro de grosor, doblar como anteriormente. Envolver la masa en papel film y refrigerar de nuevo por 30 minutos. Este proceso de doblado se debe repetir una 2 veces más y el tiempo de refrigeración será de 30 minutos cada vez. El último reposo deberá ser de 1 hora. Transcurrido todo este tiempo, sacar de la nevera, y sobre la mesa de trabajo espolvorear un poco de azúcar glas, estirar la masa y formar rectángulo.

Colocar sobre la masa la plantilla con los números y cortar con la ayuda de un cuchillo muy afilado. Colocar las letras en una bandeja de horno y espolvorear la superficie con la cucharada de azúcar. Cubrir con una hoja de papel de horno y poner otra bandeja encima para evitar que la masa suba. Hornear a 200ª unos 12 minutos, retirar la bandeja y el papel de encima y hornear 3’ más hasta que el hojaldre quede dorado. Dejar enfriar en una rejilla.

Poner en un bol apto para microondas la leche condensada, el agua, la harina de maíz y las yemas de huevo y batir con una varilla manual unos segundos hasta que esté todo bien mezclado. Añadir la ramita de canela y la piel de limón y poner en el microondas a 800 W durante 3 minutos. Remover y volver a poner un minuto y medio más. Retirar la canela y la piel del limón. Dejar enfriar completamente en la nevera cubierta con un papel film tocando la superficie para que no se forme piel. Una vez fría poner en una manga pastelera con boquilla lisa.

Cubrir los números de hojaldre base con la crema pastelera y decorar con la fruta fresca.

Algunas reflexiones de mi confinamiento

Como ya sabéis somos 5 en casa, más nuestra perrita, Petra. Vivimos (o más bien dormimos) en un piso pequeño, de unos 75 m2. No necesitamos mucho más, ya que el fin de semana solemos salir a Premià de Mar en el Maresme o a Planoles en la Vall de Ribes, donde podemos disfrutar de más espacio y del aire libre.

El tema es que hace 3 semanas cerraron los colegios y nos dieron orden de permanecer confinados. Y aquí nos quedamos, en nuestro mini pisito, cual sardinas en lata.

Una de las primeras emociones que sentí fue pánico. Pánico al conflicto, a acabar todos desquiciados. Tres adolescentes encerrados en un piso con sus padres, dos de ellos con una hiperactividad e impulsividad diagnosticada, sin poder salir de casa y sin ningún contacto social con sus bros. Yo que también algo de hiperactiva parece que tengo… Y encima, no íbamos a estar de vacaciones idílicas; nosotros teníamos que teletrabajar y ellos «teleestudiar». ¿Cómo íbamos a sobrellevarlo?

¡Pues la verdad es que muy bien! Mis hijos me han sorprendido, y mucho, y para bien. Se están portando genial, sin apenas conflictos entre ellos, colaborando en las tareas del hogar, trabajando en sus deberes escolares. Los dos mayores se han organizado y se muestran muy responsables a la hora de estudiar y hacer sus tareas. A Jorge le está costando más coger el ritmo (al principio se lo tomó como unas vacaciones) pero ahí va, poco a poco, con la ayuda de todos.

Yo empecé como un ogro persiguiéndoles para que estudiasen, para que Jorge hiciese deberes, para que dejase trabajar al resto, etc. Eso mientras teníam que teletrabajar 8 horas al día, y el resto del tiempo necesitaba gestionar un hogar en el que viven 5 personas y un perro, 24×7 (eso implica cocinar mucho, comprar mucho, limpiar mucho, lavar mucho…).

Pero no me gusta gritar a mis hijos, ni enfadarme todo el rato. Así que a los pocos días dejé de hacerlo. Ahora intento transmitirles el sentido de la responsabilidad para que estudien y trabajen, pero hasta ahí… Estoy poniéndole a Jorge todos los recursos que puedo, para ayudarle: sesiones semanales de reeducación a través de Skype, alarmas en su calendario, horario de rutinas, etc. Pero hasta ahí. Sin agobiarme ni estresarme, y sin gritarle ni perder el control. Si sigue el ritmo escolar y de deberes, perfecto, y sino, ¡pues no tan perfecto! Y ya. Me parece mucho más importante que esté manteniendo su autocontrol a raya, que intente evitar el conflicto con sus hermanos, que aguante estoicamente 3 semanas sin salir de casa para nada (y lo que le queda), etc.

Sinceramente creo que esta época quedará grabada a fuego en nuestras memorias y no quiero que el día de mañana mis hijos me recuerden como una madre estresada y amargada que les gritaba todo el día. Quiero que lo recuerden con nostalgia, que les vengan a la memoria aquellos días de comer siempre todos juntos en familia, aquel tiempo de aprender a cocinar, de jugar juntos, de hacer ejercicio en casa, de compartir las tareas domésticas, de ver pelis y de charlar.

¡Es tiempo de disfrutar de este tiempo en familia que nos ha regalado la vida! ¡Aprovechémoslo!

El TDAH sí existe, al menos en mi casa

Hoy me decido a publicar el post probablemente más personal e íntimo que voy a escribir en este blog.

Hace años leía un artículo en el cual se afirmaba que el TDAH no existe realmente, que el psiquiatra que lo «descubrió» confesó 7 meses antes de morir que «es una enfermedad ficticia» que se «inventó» para que la industria farmacéutica vendiese más medicamentos. Más adelante leí otro artículo en el que un psiquiatra infantil aseguraba que el TDAH no existe y que la medicación es en realidad un dopaje para tener a los niños movidos y rebeldes atontados y que no molesten.

Igual en ese momento llegué a pensar que era cierto, que era un trastorno ficticio, que existía un sobrediagnóstico y me parecía una barbaridad drogar (sí, lo de medicar no deja de un eufemismo) a los niños sólo porque eran moviditos.

Y eso que el tema ya me empezaba a ser familiar… cuando mi hijo mediano iba a P4 su tutora me dijo que el niño parecía hiperactivo. Y también me lo dijo la de P5, afirmaba que el niño no podía estar sentado en la silla. La de primero y segundo me decía que parecía que siempre estaba en las nubes (aunque también me decía que en realidad se enteraba de todo), la de tercero que cada día se quitaba los zapatos en clase y que se balanceaba en la silla todo el día impidiendo atender a los compañeros. Al año siguiente le llevamos a un neurólogo. Le hicieron pruebas y nos dijeron que no era TDAH, que tenía ansiedad.

Con el curso siguiente vinieron los problemas sociales. El niño era violento. Reaccionaba mal cuando se metían con él, cuando perdía, etc. Pegaba, insultaba, interrumpía todo el rato, etc. Todo eran problemas. Problemas en la clase, problemas en el equipo de básquet, etc. En una obra de teatro escuché a un abuelito en la fila de delante mío hablar pestes sobre el niño que hacía de Herodes (mi hijo). Me pasé toda la obra llorando en silencio. Se me saltan ahora las lágrimas recordándolo 6 años más tarde.

La solución a sus problemas nos la propuso él. Quería un cambio de colegio. Textualmente con 10 años nos dijo «quiero ir a un sitio donde no me conozcan, donde empezar de cero, donde no sea siempre el culpable de todos los líos».

Y le cambiamos. Pero en el nuevo centro volvieron los problemas sociales y la inatención. A las pocas semanas de empezar, el tutor y el psicopedagogo nos sugirieron volverle a valorar, que ellos veían algún trastorno. Tras muchas dudas (todas esas sesiones tienen un coste, y ya teníamos un diagnóstico) lo hicimos. Le valoramos en el departamento de Psiconeurología de un gran hospital público de Barcelona. Y finalmente, y con muchos años de retraso «nos» diagnosticaron TDAH. La solución pasaba por terapia de reeducación, dieta (sin azúcares, sin gluten, sin lactosa…) y complementos nutricionales (vitaminas B, omega 3 y Zinc). Y medicación. Éramos reacios. No nos gustaba la idea. Todo nuestro entorno nos decía «pero no le vais a medicar, ¿no?». Los médicos nos dijeron que con el grado de impulsividad que tenía no teníamos opción. Cuando la doctora (y amiga) nos dijo «si fuese mi hijo, yo lo haría» accedimos a probar.

Y la vida «nos» cambió para bien. La espiral de caída en barrena en la cual estaba sumido el niño se transformó en un círculo virtuoso. Empezó a ir mejor en los estudios, empezó a relacionarse correctamente con todos. ¡Todo maravilloso!

Pero no podía ser todo tan fácil. En paralelo su hermano pequeño siempre había tenido dificultades a nivel escolar. Al empezar el curso siguiente la tutora empezó a afirmar que algo había, que tenía graves problemas de inatención. Nosotros no le hacíamos mucho caso al tema. Veíamos algunas actitudes y reacciones similares a las de su hermano, pero nos parecía que lo hacía por imitación. No le dábamos mayor importancia. El curso siguiente otra vez, otra tutora insistía y nos pidió si el servicio de psicopedagogía del propio centro podía pasarle unas pruebas. Accedimos. Nos citaron y nos dijeron que claramente el niño tenía algún problema relacionado con la atención.

Le llevamos al mismo hospital, y obtuvimos el mismo resultado. Mismo diagnóstico y mismo remedio. Terapia reeducacional y medicación. Y la cosa fue mejor e el ámbito académico. Sus resultados mejoraron y también su actitud en clase.

Pero entonces llegó la ansiedad, los miedos, las fobias. Cada vez más y cada vez peor. La gestión del día a día se complicaba: no podía quedarse solo en una habitación (ni en el baño), no podía andar solo por la calle, no podía ducharse, no podíamos abrir las ventanas, nada de bañarse en el mar… y a eso se sumaron pequeños tics, arritmias e hipertensión.

Así que, adiós medicación. Y sin medicación, aparecieron los problemas en el colegio, inatención, problemas sociales por malas actitudes y malas reacciones. Al actuar así los compañeros y amigos le dejaron de lado. Le iba mal en los estudios, no tenía pareja para hacer los trabajos, se sentía «abandonado», y su actitud es cada vez peor, estaba enfadado y reaccionaba mal. Otra caída en barrena.

Y otra vez lo que se nos pasa por la cabeza cambiarlo de centro… De momento seguimos donde estamos, y avanzando poco a poco, con la ayuda de psicóloga, psiquiatra y neuróloga, también con un esfuerzo titánico por parte del entorno familiar e imagino que también de los profesores.

Después de todo esto pediría prudencia a los que son ajenos al TDAH. Aquellos que piensan a veces que un niño es un maleducado porque interrumpe, porque tiene malas reacciones cuando se enfada, etc. que no le juzguen. Muy probablemente sus padres están dejándose media vida y mucho dinero en ayudar a su hijo para controlar eso. A los que dicen que la medicación es una barbaridad y que estamos dopando a nuestros hijos, que por favor se lo callen. Nadie lo hace por gusto. Y a todos aquellos que afirman que el TDAH no existe, decirles que entiendo sus dudas, pero hacer esa afirmación ante unos padres que se están dejando la vida por ese hijo, nos hiere en lo más profundo. Les diría que tengan cuidado con lo que afirman. Dios no quiera que un día tengan que tragarse sus propias palabras y vivirlo en primera persona.